Gris, casi negro...
La ciudad se vuelve gris, gris casi negro. Producido por unas nubes que no han dejado ver el sol en mas de 3 días, y que continúan concentrándose en toda su extensión por el viento que las empujaba, impasible, hasta que con un poco de suerte y algo de frío, se condense su materia gaseosa y empiecen a correr potentes torrentes de agua, que mojan entero el cuerpo, aunque lleves ropa, y te limpia el alma de todas esas pesadas cargas que portas durante el día. Y continúan inundando las calles de la ciudad, de los pueblos… cayendo tal cantidad por metro cuadrado que destruye casas, edificios y todo lo que se halle a su paso. Sonríes. Sabes que el poder de la naturaleza es imparable, y sobre todo el del agua. Sigues viajando, en un coche, junto a mí, mirando indiferente la carretera. Me giro hacia la ventana y sigo viendo el espesor que rige todo el cielo de negro, y sonrío al saber que si me giro estarás ahí. Sales por el carril de deceleración. Unos kilómetros mas y llegaremos a nuestro de