Ella




Ahí estaba babeando otra vez.
Los labios retraídos para enseñar mis afilados dientes.
Fauces voraces y mortales, que chorreaban saliva rabiosa, a causa de lo que estaba a punto de hacer. Pelearme.
No era de esos, era pacífico, tranquilo, sosegado, pero si ella me lo pedía no había más remedio.
Orejas hacia atrás, dientes fuera, hocico retraído, pelo del lomo erizado, babeando, músculos en posición, en tensión… y salto sobre la presa.
Al cuello. A la yugular. Directamente. Sin remordimientos.
Mi última visión antes de abalanzarme sobre el otro macho, fue de ella riéndose, maléficamente.
Le encantaba verme pelearme a muerte con el resto de machos y de todo el que se pusiera por delante.
Pero esto no fue siempre así…

Hubo un tiempo  en el que podíamos correr juntos, por los verdes bosques, ocultándonos por las sombras de las ramas que se proyectaban en el camino. Y cuando llegábamos a los ríos bebíamos del agua fresca del deshielo de la montaña.
Cazábamos juntos, piezas medianas, principalmente, para no desperdiciar la carne, aunque yo de por sí ya comía por dos. Y después de comer nos lavábamos el uno al otro, yo con lametones por todas partes y ella con caricias interminables con el agua fresca de los ríos y los lagos. 
Dormíamos el uno junto al otro en la pequeña cueva, que entre los dos, habíamos hecho nuestro hogar.
A veces, jugábamos en las praderas, y cuando nos cansábamos, ella se sentaba entre las raíces de los árboles más viejos y sabios, casi parecía que formaba parte de ellos, y yo me acurrucaba junto a ella, apoyando la cabeza en su bajo vientre, haciéndole de manta, y me dormía plácidamente mientras me acariciaba con suavidad la cabeza.
Por las noches, cuando la calma invadía el bosque, y la hoguera se apagaba, se arrimaba a mí para notar mi frondoso pelaje rozando su piel aterciopelada, que se erizaba al contacto. Y cuando la luz de la luna entraba en la cueva e iluminaba mi cuerpo, comenzaba mi transformación corpórea, hacia el ser que mas odiaba, un humano. Pero solo así conseguía unirme con ella en uno solo.
Mi hocico se achataba, mi pelo desaparecía, mis orejas menguaban. Mis patas se convertían en brazos y piernas, manos y pies, y mi torso se hacía más ancho para terminar convirtiéndose en pectorales y abdominales bien definidos.
Después de la conversión, un tanto dolorosa a veces, abría los ojos y la encontraba a ella, sonriente y desnuda sobre las mullidas pieles, suplicando con su mirada que le dijera que estaba bien.
Entonces comenzaba a besarla, metiéndole la lengua furtivamente en la boca, para poder notar todo su sabor. Mis grandes manos, instintivamente, se dirigían una detrás de su nuca y otra detrás de su cadera con el único objetivo de acercarla mucho más a mí, para notar el frío de sus pies rodeando mis caderas, sus manos rodeando mi cuello y su cuerpo caliente acercándose.
Me excitaba todo aquello, ella, el entorno, el calor, la transformación, el deseo que emanaba ella mezclado con amor.
Mi mano bajaba de la cadera a la entrepierna, y la rozaba con la yema de los dedos, en movimientos circulares y muy suaves. En seguida se notaba el resultado.
Emitía pequeños gemidos, entre los besos que me daba, y el fluido líquido que emanaba de su flor, mojaba mis dedos y me permitía el movimiento más ligero. Así que aprovechaba para meterle los dedos. Notaba el movimiento sutil de vaivén de sus caderas, hacia adelante y hacia atrás, excitándose cada vez más.
Ella bajaba alguna de sus manos, a mi miembro para jugar con él, cogiéndolo con fuerza hacia arriba y hacia abajo. Me gustaba tanto que, a veces, cerraba los ojos y bajaba el ritmo para contenerme.
Y comenzaba a metérsela. Poco a poco. Metía la punta y la sacaba, unas cuantas veces, luego un poco más, y más, y más. Hasta que entraba entera y la metía hasta el fondo, moviendo la cadera hacia mí. 
Y el movimiento, ya, era imparable. Embestida tras embestida, un gemido al unísono salía de nuestras bocas, alterando la calma de los alrededores; haciendo salir a los murciélagos de los oscuros escondrijos de la cueva, chillando como locos.
El eco  se apoderaba de todo el sonido de la cueva y retumbaba en todas partes invadiendo nuestras mentes, y al acelerar, con la fricción, notaba aquel cosquilleo tan característico de lo que estaba a punto de pasar.
Ella gimió una vez más tras mi última embestida, y abrió los ojos. Entonces la clara luz de la luna se posaba en su piel y su círculo se reflejaba en sus pupilas, por los últimos segundos que me quedaban. La luna comenzaba a desaparecer.
Le daba un beso, el más intenso que podía, y después, con la desaparición de la reina del cielo, comenzaba mi transformación de nuevo. Convirtiéndome otra vez en el depredador del hombre.

Pero todo esto había cambiado hace mucho tiempo. Hace mucho tiempo que corrompieron, esos mismos que odio y mato cada noche, a mi compañera, amiga y amante.
No sé muy bien la razón ni el motivo de su cambio, pero poco a poco me arrastraba con ella hasta la perdición.
Así que mi visión volvió hacia la última imagen de mi retina. Salté al cuello de mi contrincante y le mordí la yugular. Volví a apretar con fuerza la mandíbula y así conseguí partírselo. 
Cayó desplomado, en un reguero de sangre, cuando lo solté de entre mis fauces, y ahora era la sangre lo que chorreaba de mi boca.
Ella se acercó corriendo a la pista, dando palmitas y saltos de alegría, con una sonrisa en la boca de oreja a oreja, para darme mi premio.
Y entre jadeos de esfuerzo y cansancio… volví a recibir su amor de nuevo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
El macho Alfa,siempre atraido por la oscura locura de la hembra femenina,a la cual,negandonos,acavamos siempre idolatrando y haciendo lo que nos pide,siempre para satisfacer y llegar a sentir el amor que deseamos...a veces pagamos precios injustos por el amor de una mujer,a la cual no conviene para nuestra salud,y jugamos con nuestra mente y cuerpo al final para satisfacer ese amor que no nos corresponde y nos daña...un saludo desde el otro lado señorita.
Ricardo Miñana ha dicho que…
Interesante leer tu relatos,
que tengas una buena semana.
saludos.
NiNo_OhOnEy ha dicho que…
Que gran coment!! ALEX!!, Me alegra que lo hayas entendido al 100%.
Era eso precisamente de lo que intentaba hablar, pero desde la perspectiva masculina ;) espero haberme descrito mas o menos como vosotros jeje.
Un besazo enorme y grandisimo desde el lado originario ;)
se te hecha de menos XP
NiNo_OhOnEy ha dicho que…
Gracias Ricardo Miñana me alegra saber que te resultan interesantes ;)
Buena semana a ti también.

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