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Mostrando entradas de 2012

Otra vez...

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Estoy en el infierno. En mi infierno personal, esperándote. Esperando que vengas a rodearme con tus brazos fuertemente. A que vengas y me salves de los demonios del pasado. Porque aunque el infierno es grande siempre los acabo renombrando. Encontrando lo que un día me hizo tanto daño y no he conseguido olvidar, después de tantos años. Vuelve el dolor ; vuelve la rabia y la pena, y solo tu eres la luz tenue, distante y pequeñita que ilumina el interminable angosto y oscuro infierno en el que me oculto. En el que quiero morir y no puedo. Desde aquel día en el que perdí la razón y el corazón, comencé a temer la vida y a amar la muerte. No tengo ansia ya por nada, cada vez que aparecen sus caras endemoniadas ya nada vale nada, ya no importa nada. No tengo ganas de vivir la espera, que desespera mi alma y mi turbia mente que con calma ansia notar tus brazos que me recogen del turbio mar, lleno de olas gigantes que contra escarpados acantilados chocan, y en el que me encuentro sin

Caperucita y el lobo Contado por el lobo :)

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Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para el. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes. La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegue me abrió la puerta una simpática viejecita, le expliqué la situación. Y ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama. Cuando llegó la niña la invite a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada , y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.  Ahora bien me agradaba la n

QUINN

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A pesar de la amenaza del mal tiempo, trabajamos toda la mañana, pedimos una pizza para comer y seguimos trabajando por la tarde. Las cosas que no quise acabaron en bolsas de basura y Quinn desarrolló sus ya portentosos músculos llevándolas al contenedor. Trataba de admirar sus músculos solo cuando no mirara y creo que tuve éxito. Pasar todo el día con él avivó cada vez mas mi llama. Llevaba una camiseta de tirantes y unos vaqueros que me sorprendí preguntándome que aspecto tendría sin ellos. Y no creo que fuese la única persona haciéndose conjeturas sobre el aspecto de la gente desnuda. De vez en cuando notaba como me miraba, por el rabillo del ojo, los pechos o el culo. Aún así me quedo suficiente serenidad para encender una lámpara cuando escuche el primer trueno en la distancia. Una lluvia torrencial se apresuraba a llegar… Luego volví a flirtear con Quinn sin pronunciar palabra (asegurándome de que tuviera una buena perspectiva cuando cogía cosas de los armarios, o

Solo me inspiras

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Ven confía en mi  No hay porque dejar  Para hacer después  Lo que quieras ya  Es el instinto  Deja que te sacuda  El cielo es de los que creen  Y no de los que dudan  Soy un volcán  En erupcíon  Entra en razón  Que suba el telón  Cámara, acción  Ven confía en mi  No hay margen de error  Deja que en mi piel  Brille tu sudor  ¿Qué es lo que esperas?  Ya casi madrugada  Mi cremallera  No está electrificada  Subiré por tu espalda la seda  Como en el muro la entredadera  Cuando se besen la luna y la arena  Nadie nos mira esta noche es nuestra  No habrá testigos no habrá evidencia  Somos solamente yo y tu conciencia  ¿Qué es lo que esperas?  No me tengas más consideracíon  Entra en razón  Que suba el telón  Cámara, acción  Esperar  Es un mar  Que aún no sé  Navegar  No te quedes  Años luz  Ya estoy decidida  y quiero saber si lo estás Tú

Espérame detrás de la nube negra

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Cuando busco el verano en un sueño vacío, cuando te quema el frío si me coges la mano, cuando la luz cansada tiene sombras de ayer, cuando el amanecer es otra noche helada, cuando juego mi muerte al verso que no escribo, cuando sólo recibo noticias de la muerte, cuando corta la espada de lo que ya no existe, cuando deshojo el triste racimo de la nada. Cuando siento piedad por sentir lo que siento, cuando no sopla el viento en ninguna ciudad, cuando ya no se ama ni lo que se celebra, cuando la nube negra se acomoda en mi cama, cuando despierto y voto por el miedo de hoy, cuando soy lo que soy en un espejo roto, cuando cierro la casa porque me siento herido, cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa. Sólo puedo pedirte que me esperes al otro lado de la nube negra, allá donde no quedan mercaderes que venden soledades de ginebra. Al otro lado de los apagones, al otro lado de la luna en quiebra, allá donde se escriben las cancio

Ella y yo.

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La Luna yacía plena en un cielo negro. Grande, redonda, brillante… Tan hermosa. Quedaba anonadada mirándola. Me absorbía aquel fulgor, como a los mosquitos que invaden las farolas nocturnas del verano… Me ofrecía tanto con tan poco, que no tenia ojos para otra estrella, ni para otro brillo que surgiera a su alrededor. Por el día, a veces, conseguía divisarla en el azul celeste del despejado cielo. Llamando la atención tanto por el día como por la noche. Pero solo quería quedarme absorta mirándola, solas ella y yo. Mirarla hasta que mis ojos no soportaran el peso de mis parpados y entonces cayeran por su propio peso ofreciéndomela como última visión antes de la entrada “en coma” en el que me sumía todas las noches que podía. Y entonces cayo una lagrima. Pero los lloros ya no eran una opción. El frio de la noche con su brisa acompañante, rodeaban mi cuerpo, lo recorrían entero moviendo la ropa que me cubria, colándose entre ellas para llegar a mi piel y erizarla.

Gris, casi negro...

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La ciudad se vuelve gris, gris casi negro. Producido por unas nubes que no han dejado ver el sol en mas de 3 días, y que continúan concentrándose en toda su extensión por el viento que las empujaba, impasible, hasta que con un poco de suerte y algo de frío, se condense su materia gaseosa y empiecen a correr potentes torrentes de agua, que mojan entero el cuerpo, aunque lleves ropa, y te limpia el alma de todas esas pesadas cargas que portas durante el día. Y continúan inundando las calles de la ciudad, de los pueblos… cayendo tal cantidad por metro cuadrado que destruye casas, edificios y todo lo que se halle a su paso. Sonríes. Sabes que el poder de la naturaleza es imparable, y sobre todo el del agua. Sigues viajando, en un coche, junto a mí, mirando indiferente la carretera. Me giro hacia la ventana y sigo viendo el espesor que rige todo el cielo de negro, y sonrío al saber que si me giro estarás ahí. Sales por el carril de deceleración. Unos kilómetros mas y llegaremos a nuestro de

Relda, la bestia

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Ya no se puede cambiar, ya no se puede volver atrás. Todo pesa mucho más. Todo se debate, la balanza caerá estrepitosamente haciéndose añicos. Las montañas se han hecho más altas, más duras. Todo es más verde y robusto, los arboles, plantas y el resto de la naturaleza ha crecido, se han hecho más altos. Todo huele mejor. La tierra, el bosque, todo… Está todo más claro y el agua más fría. Ahora, en esta tierra, no sobrevivirá cualquiera. Solo los más fuertes, rápidos, astutos y poderosos. Esta tierra se convertirá en la tumba de muchos… Nunca jamás querré, ni dejaré de ser lo que soy, en lo que me he convertido. Truenos, llamas, maremotos y huracanes. Un volcán en erupción. Furia y pasión. Poseo el mejor pelaje, no me afecta nada. Las patas más fuertes, raudas y listas para correr. Los dientes más largos y duros, la mandíbula mas fuerte… dispuesto para la muerte… descuartizare a todo aquel que encuentre. Nadie podrá huir. No. No en mis tierras… ¿ Y todo eso por qué ? ¿Por un sueño? No.