LA CHICA SIN CORAZON

UNA ENTRADA DE UNA HISTORIA QUE ENCONTRÉ EN UN BLOG Y CON LA QUE ME SIENTO IDENTIFICADA. OJALA UNA PUDIERA QUITARSE ESE ÓRGANO VITAL QUE SIEMPRE HACE TANTO DAÑO Y SE PUDIERA SEGUIR VIVIENDO SIN REMORDIMIENTOS DE NINGÚN TIPO.

Abrió los ojos en la oscuridad de la habitación y le costó unos segundos recordar donde estaba. De nuevo, se despertaba en una habitación desconocida y con un desconocido a su lado. Esta vez, el afortunado, tenía su brazo sobre su cintura, así que le iba a costar salir de aquella cama. Por suerte ya tenía práctica en aquello y no le llevó demasiado tiempo deshacerse de su abrazo. Sigilosamente, recogió su ropa y sus zapatos del suelo y salió al salón.

Mientras se vestía, observó distraídamente las fotos familiares que había en la estancia.

Caras sonrientes, vidas felices.

Antes de salir entró en la cocina en busca de algo de comida. Ya que aquel chico había disfrutado esa noche, ella se merecía a cambio algo para desayunar. Cogió un par de bollos de chocolate de la despensa y salió del piso, poniendo cuidado en no dar un portazo.

El sol mañanero le molestó en los ojos, y se vio obligada a entrecerrarlos mientras se acostumbraba a la reciente claridad. Apenas había gente en la calle, algo normal siendo las nueve de la mañana de un sábado. Se ajustó el abrigo al cuerpo y se encendió un cigarro antes de comenzar su camino de vuelta a casa.

Aquella noche se había visto obligada a salir de caza, como lo llamaba ella, en busca de un chico con ganas de sexo.

A pesar de haberse sometido a una extracción de corazón, y con ello haber perdido todas las emociones, sus instintos y necesidades básicas humanas seguían intactas, tales como comer, hacer sus necesidades y algún que otro revolcón. Era por ello que cuatro años antes habían aprobado la ley de Extracción Voluntaria de las Emociones, como una nueva manera de evitar el suicidio, que había crecido escandalosamente en la última década, aún estando legalmente prohibido. Su método era extirpar el corazón del paciente, como una cura contra la depresión, puesto que el corazón quedaba hecho añicos literalmente y, depende del grado de depresión, tu corazón podía tardar años en recomponerse del todo. Así, podías recuperarte en apenas semanas, deshaciéndote de rencores y tristezas, aunque también de toda emoción alegre, puesto que no consiguieron separar dichas emociones, y por lo tanto, comenzabas una vida totalmente nueva, sin sentimiento alguno.

Amy había tomado la decisión de extirparse el corazón hacía dos años, después de sufrir una grave depresión, de nuevo, a causa de la ruptura de su último y no único novio. Harta de sufrir ese dolor otra vez, tomó la decisión de eliminar toda emoción de su cuerpo y así nunca más caer en depresión por ningún hombre.

Hacía un año, habían cambiado la ley, prohibiendo toda forma de extracción del corazón, puesto que las población esta convirtiéndose en puros autómatas, y eso no podía permitirse, además de que las empresas extractoras se lucraban de los momentos depresivos de sus pacientes, en los cuales no se encontraban del todo capacitados para pensar en todo lo que ello concernía.

Amy abrió el portal principal del edificio de apartamentos en el que vivía, subió por las escaleras hasta el tercer piso, y entró en su casa. Encendió la calefacción y se duchó.

Distraidamente, encendió la televisión y se quedó viendo un documental sobre los leones de África. Solía encender la televisión como rutina, como distracción y para enterarse de las noticias.

En ese momento, sucedió algo muy extraño. La televisión mostraba cómo unos cachorritos de león jugueteaban con la madre, y uno de ellos saltaba alegremente de un lado para otro. Amy, sin darse cuenta, y con cierto esfuerzo, alzó las comisuras de sus labios, de manera automática. Duró solo unos segundos, los suficientes para que Amy se preguntara qué acababa de ocurrir. Teóricamente estaba totalmente incapacitada para mostrar ningún sentimiento y, de repente, se sentía confusa, algo que no experimentaba desde hacía dos años.

El 08 noviembre 2011

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IMAGENES DE: TARA MCPHERSON