Tengo un trabajo para ti



Recién ganada la libertad, salí por la última puerta de la cárcel. Y la vaya se cerró tras de mi.
Hacía mucho calor… supongo que el de siempre, pero no lo recordaba tan fuerte. Después de tantos años ahí dentro, cuando sales ya no es igual. Ya nada parece lo mismo. En el desierto las cosas siguen siendo diferentes.

Me puse mis Rayban Aviator y saqué un cigarro del bolsillo para encendérmelo, con el típico gesto para parar el aire y que no se me apagara la llama.
Mientras hacía este gesto tan simple y pegaba la primera calada, bien profunda,  oí a un coche acercarse por detrás de mí, al cual me gire haciendo autoestop, ya que para el autobús faltaba mucho y yo quería llegar a mi casa darme una buena ducha y disfrutar del dia. 

Era un Chevrolet Camaro rojo mate de edición especial, que conocía muuuuy bien. Y dentro estaba él.

No entendía porque había venido, no entendía que de haber venido alguien a recogerme, hubiese sido él, hacía demasiado tiempo que no nos veíamos, casi tantos y unos pocos más de que llevara una mala vida y terminara saliendo de prisión.

Y fué reduciendo a velocidad y cuando llegó a mi lado paró. 
  • Perdón por llegar tarde, pensaba que llegaría a tiempo. Subes?
Y no iba a decir que no… el tiempo te enseña a que tienes que coger las oportunidades cuando pasan por tu lado, no suelen volver. Y cuando vuelven no son las mismas condiciones.

  • ¿Y este coche?
  • Bueno, me he reformado un poco. Y he conseguido hacer un hobby muy lucrativo para mis intereses.
  • Oh! Entonces me alegro de que hubieras sabido cómo redirigir tus instintos. Entonces cuál es tu oficio ahora mismo?
  • Soy asesino de profesión. 
  • Hahahahhahah. Resonaba mi risa incluso con el fuerte viento que pasaba por el descapotable. En serio? Vaya has mejorado mucho entonces. A mi me terminaron pillado, me vendieron, era demasiado perfeccionista en mi trabajo, y termine pagándolo.
  • Bueno, pero seguirás siendo buena. Tengo trabajo para ti.
  • Como sabias que estaba aqui? Quien te lo ha dicho? 
  • Digamos que nunca te he perdido la pista. Y cuando me enteré de que habían conseguido cazarte, intenté sacarte con mis nuevas influencias, pero claro, una nave con 50 de los mejores asesinos de la mafia rusa, y la única superviviente una viuda negra, buscada en los 5 continentes con una herida bastante profunda en el abdomen, casi desangrada. No es fácil de pasarla desapercibida, aunque le haya hecho un favor muy grande a la policía de este país.
  • Ya bueno…, es lo que tiene esa panda de palurdos. Necesitaban una lección para no tomar a las mujeres como cosas. Ellos se lo buscaron. Y la policia… bueno llegan a donde llegan, hay que hacer justicias de alguna manera, sin burocracias absurdas. Pero bueno, si ya lo sabes todo, háblame de ese trabajo tuyo...
  • Em… si, bueno a mi me pagan por mi hobby. Pido el dinero, me da la información, lo hago a petición del cliente, le dejo su muestra, recojo y limpio todo, y me voy por donde he venido. Me contratan por seguridad y discreción. Pero voy a hacer algo gordo, y necesito ayuda.

Me miraba fijamente tras sus aviator oscuras, esperando una respuesta. No sabía que pretendía que le contestara. Solo quería descansar.

  • No te pienso contestar. Al menos hoy. Necesito descansar. 
  • No te preocupes, tengo una sorpresa para ti.

La imagen que continuaba de camino al centro,  cada vez se me asemejaba a los cómics de SIN CITY, todo en blanco y negro, con los colores más chillones, resaltando ante la baja saturación del mundo. Su coche resaltaba en la ciudad gris.
No sabía que era. No tenía ni idea, pero mala no sería. 

Terminamos yendo a un salon de belleza de los más caro de la ciudad, y me dijo que le pidiera a la chica todo lo que quisiera. Que él volvería en cuanto pudiera.

No sabía a qué venía esto, pero no iba a decir que no.
Pedí una depilación completa, (en la cárcel no estaban permitidas las cuchillas, ya sabéis), manicura, pedicura, peluquería, un masaje de cuerpo entero, y un Seagrams con limón para el jacuzzi japonés de luego.

Creo que lo disfrute mucho más que cualquier otra vez que hubiera ido anteriormente.

Me corte el pelo y me lo tinte de rojo fuego. Pensaba volver como un fénix y el rojo era un buen color. Al igual que las uñas. Todo lo rojo de mi cuerpo brillaba ante el talón minimalista en grises.

El masaje… que puedo decir de ese masaje…, la chica tenía unas manos de oro. No era muy alta, y más bien delgadita, pero tenía una fuerza delicada en los brazos que tocaban justo en los puntos clave para que disfrutaras, a la vez que reducía tus contracturas. Conseguía dejarme en una nube de placer y dolor continuo y constante que tenía que quedarme tumbada boca abajo para no caer, a parte de una excitación en la entrepierna, que no podía parar de fluir.

Cuando conseguí volver en mí, ella se había ido. Cogí el batón de la habitación, y me fuí a la sala del jacuzzi, así podría lavarme un poco y relajarme con esas burbujitas corriendo por mis piernas.

El agua estaba a la temperatura ideal, con un burbujeo suave y una copa bien preparada en el reposabrazos.
Me metí desnuda, dándole la espalda a la puerta y me terminé de relajar mientras bebía… solo brillaba el oro de los bordes de la habitación y cerré los ojos. Era un lugar seguro. O eso creía.

Cuando estaba a punto de perderme con Morfeo, noté como un brazo con traje chaqueta, tapaba mi boca con fuerza, y el otro brazo iba directo hacia el pecho…
Dirigí mis brazos hacia atrás lo cogí de la chaqueta y lo voltee por encima mía para que cayera dentro del agua y poderlo ahogar.

Lo bloquee por el cuello con el brazo derecho, mis piernas pasaron por encima de las suyas, que abrí y bloquee tambien, y paré su brazo izquierdo con el mío, que iba hacia el bolsillo interno de su chaqueta, quitándole yo antes el arma…

Me pude fijar en su cara, por fin, … “MIERDA”, era él. Le quité el arma y le apunté a la sien, afloje el brazo derecho, lo justo para que pudiese hablar.

  • ¿Que coño haces?
  • Intentaba darte una sorpresa. Cálmate. Solo quería sexo contigo, y este me pareció un buen escenario.
  • ¿Y porque llevas el arma?
  • Porque vengo de trabajar. ¡¡Suéltame!!

Conforme lo solté, se dió la vuelta, y se puso a 10 centímetros de mi cara. Y con sus pequeños ojos oscuros, y su mirada penetrante…

  • Me he mojado el traje y los zapatos, y esto sí que me lo vas a pagar.
  • Uy si, claro.

Era tan malo, no tener miedo a nada…, que necesitaba siempre jugar con fuego, para sentirme viva. Y lo deje que me lo hiciera pagar.
Se quitó la chaqueta, tirándola por el suelo, me cojió la cabeza con sus dos manos, arrimando de nuevo su cara y abriendo mi boca son su lengua… metiéndomela hasta el fondo. 

Solté el arma.

Nunca lo habría probado de esa manera, sabia que hacia su trabajo de forma profesional pero jamás se me había pasado por la cabeza hacer nada con él, éramos compañeros de profesión, aunque el trabajo fuera difícil de entender. Pero siempre había habido tensión sexual, y bueno, para que decir que no.

Siguió bajando la cabeza para chupar y morder mis pezones, mientras yo le desabrochaba la camisa, y tiraba mi cabeza hacia atrás para comprobar que había cerrado el pestillo de la habitación.

 Y seguía bajando mis manos. Hasta notar su gran entrepierna. 
Uff, eso si que no me lo esperaba. No sabía si iba a poder, pero tenía tantas ganas de él como el de mi. 

El tiempo te curte, y te enseña a no perderlo. 

Terminé de desabrochar su camisa, y su pantalón y junto con los zapatos lo tiré todo al suelo de la sala. Ahora si estábamos lo dos desnudos en igualdad de condiciones, y pude ver que había mejorado mucho con la edad.

Siguió cogiendo mi cabeza, entrelazando sus dedos por mi pelo, y poniéndose de pié me metió su miembro XXL en la boca. Empezó a meterla y sacarla, primero suave y luego con más fricción, mientras le agarraba las nalgas y se las apretaba, y me la metía hasta el fondo y me tocaba la úvula, mientras volvía a su ritmo.
Gemía cuando le recorría la punta con el piercing de mi lengua, y me agarraba con más fuerza.

Me levantó y me sentó en el borde de la bañera.

  • Déjame que te pruebe...

 Bajando por mi cuerpo a mis labios, apretaba mis piernas contra su cabeza, mientras le cogía por detrás de la cabeza, y me lamió de arriba a abajo, entreteniéndose en mi clítoris por un buen rato, mordiéndolo suavemente, y bajando para meter todo lo que cupiese de la lengua dentro de mi vagina.

Solo podia gemir, cerrar los ojos y disfrutar.
Comenzó a meterme los dedos…, uno, luego otro, luego otro…, y luego los tres a la vez. Uff, esas manos…, con esos dedos tan grandes… no me podía resistir, al movimiento interno que hacía que no parara de correrme una y otra vez.

Porque no lo había probado antes, maldita sea!, aun así, me alegraba tanto de no haberle dejado escapar esta vez.

Con el pié fui tanteándole la entrepierna, que no bajaba de tamaño, y cada vez necesitaba tenerla dentro.
Cogí su cabeza y la levante, suplicándole que me la metiera, que no podia aguantarme mas.

Sonrió. Se levantó y me dió la vuelta. Poniéndome de espaldas a él, me arrodillé y él también, y siguió comiéndome todo por detrás, mientras las burbujas y el agua caliente me ponía mas cachonda de lo que ya estaba. Lo quería mas y mas dentro de mi. 

Cuando notó que mis fluidos no paraban de emanar, se puso tras de mí, y sin pensárselo dos veces, me la metió empujándome con la fuerza de un toro, una y otra vez hasta el fondo. Me encantaba como me estaba sometiendo. 
Me cogía por las caderas, para que no terminara de salirme del todo, y me la volvía a meter con tanta fuerza y sin esfuerzo….

  • Por cierto, te he dicho ya que me encanta el tatuaje que te has hecho? Y tu culo! Es perfecto para poder cogerte bien y no dejar que se salga del todo. -Y volvía a embestirme-. 

Y otra, y otra… sólo podía cogerme al borde del jacuzzi para no caer. Me encantaba lo duro que me estaba dando… y gemir, y gemir, y gemir como en una película porno, pero siendo placer de verdad.

Me volvió a dar la vuelta para metérmela por delante, y le rodeaba con las piernas la cintura para marcarle el ritmo, y las burbujas pasaban entre los miembros, haciendo que el cosquilleo incrementara el placer, mas y mas…

Nunca supe porque acolchaban los jacuzzi, y ahora si. 

  • Para, para, para,.... no quiero acabar ya.

Y mientras me comía la boca y los pezones me volvió a meter la mano entera para que me tocase y pudiera llegar al clímax para tener mi “premio”.
Comencé a frotarme rápido y fuerte el clítoris, mientras con la otra mano me excitaba el ano.  Y el jugaba con sus manos en mi agujero y con mis pechos. 

No podía parar de correrme, ya no sabía si me estaba bañando con agua o con mis propios fluidos. Y cuando estuve cerca de explotar y se lo hice saber, me puso encima suya, sentándose él en el jacuzzi y me volvió a embestir con fuerza, cogiéndome y abriéndome las nalgas que tanto le gustaban y jugando a rozarme el agujero negro y metiendo alguno de sus dedos, mientras me comía la boca como si no fuera a haber un mañana,  mientras yo frotaba mi clítoris, y notaba como aquel cosquilleo se habría paso desde la entrepierna hasta la última parte de mi cerebro … repartiendo endorfinas e impulsos nerviosos por todo mi cuerpo, haciéndome contraer todo el cuello y provocando que el tambien se corriera sin parar, dentro de mi.

Los cuerpos fueron reduciendo la marcha hasta parar y poder volver a abrir los ojos, de vez en cuando tenía alguna contracción mas por el postorgasmo, que se hacia tan placentero por notar todo su gran miembro, todavía dentro de mi. Y el reía vilmente. Porque sabía que era su culpa, y le gustaba.

  • Bueno, cuando me vas a hablar de ese trabajo que tienes para mi?, creo que va a ser bueno volver a trabajar juntos. -Le pregunté-.
  • Cuando quieras empezamos. Hay que ir a por los que te vendieron. Y son unos cuantos. Pensé que te gustaría servir a venganza en un plato frío.
  • Tenías razón este trabajo es perfecto para mi.

Y nos vestimos y salimos de allí para realizar el trabajo de manera metódica, como nos gustaba a él y a mi…

A/franz.

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