DEBERIAMOS IRNOS DE COMPRAS...


Fui una tarde a valencia de compras. Me había puesto mis mejores galas. Un pantalón bien ajustado de látex negro con una cremallera que lo abría de una parte a otra. Un corsé también de látex negro que ceñía cada una de mis curvas y las ajustaba con los cordones que tenia a los costados. Unas botas de tacón alto y un abrigo largo que me cubría hasta los tobillos y ceñía toda la cintura.
Llevaba el pelo suelto y el viento lo ondeaba a su antojo.
La verdad es que saliendo de la estación sentía que iba a pasarme algo para recordar.
Me recorrí todas las tiendas intentando desahogarme de un duro día de trabajo, pero no encontré nada de mi gusto.
Casi al final de la tarde, encontré una tienda de ropa interior donde, a parte de eso vendían vibradores, juguetes y otros complementos que podían hacerte tener una vida sexual mucho mas activa. Estuve recorriendo toda la tienda y había conjuntos muy bonitos y otros verdaderamente sexys. Al final me decidí a comprar unas esposas.
Me las envolvió con mucho cuidado una chicharrona alemana que estaba de dependienta.
Y salí de la tienda buscando un lugar donde tomarme un café.
Estaba sentada en la terraza y descubrí una mirada penetrante que pasaba por allí. Se quedó fijamente observándome.
Era un chico alto moreno, musculoso y guapísimo, con una sonrisa de niño malo que me encantaba. Tenía las mejillas rosadas y también iba de negro como yo.
Estaba sentado en los escalones de unos cines que había enfrente de la terraza donde estaba yo. Y le mire sonriente y picarona desde mi puesto.
Deje el dinero del café, cogí mi compra y fui acercándome a él para proponerle ciertas perversiones que se me habían ocurrido mientras le observaba. Se levantó y comenzó a andar hacia otra dirección que me evitaba y no se dirigió a mi. Me quede parada. ¡Menudo morro tiene el tío! Y me evitó, así sin mas. Solo podía pensar en lo capullo que me parecía en ese momento. ¡Aaai! Si pudiera haber corrido con aquellos tacones lo habría hecho solo por darle una buena ostia ¡Puuuf! (Que rabia)
En fin... que le iba a hacer. El se lo iba a perder, así que..., con mi compra y mi modelito me fui caminando tranquilamente por las callejuelas para dirigirme a la parada del metro.
Caminaba tranquilamente por una de las oscuras callejuelas, y saqué un cigarrillo del bolso, al parar para encendérmelo oí que unos pasos se detenían detrás de mí, y cuando continué andando los pasos volvieron a seguirme.
Intente denotar la máxima tranquilidad porque no quería empezar a sospechar que alguien me seguía, prefería pensar que era casualidad y que eran imaginaciones mías.
Al poco rato deje de oír los pasos y me tranquilice un poco, aunque al pasar por uno de los portales vi una especie de sombra detrás de mi, pero no supuse lo que era.
Pasé por otro portal mas grande y acristalado y una fuerza por la espalda me empujo hacia el portal y me sujetó allí poniéndose sobre mi y notando todo su cuerpo caliente encima mío.
Como dentro del portal estaba oscuro pude ver en el reflejo que era el chico alto de los cines el que me estaba sujetando.
Me cogió las manos y me las estampo en el cristal como había hecho con todo mi cuerpo. Me estaba poniendo mucho. Y lo siguiente que hizo, después de observar que no me podía mover, fue bajar hasta mi cuello y empezar a besarlo y a mordisquearlo. Después me susurro al oído: “Eso es todo lo que me ibas a hacer, mientras te tomabas el café. Eres una cochina y una niña mala y e leído tu mente con todas esas perversiones que estabas dispuesta a proponerme, así que ya estas haciendo lo que yo te diga. Si no tendrás que pagar un precio muy alto...”.
Creí que iba a ser algo peor, que me fuera a pegar para dejarme inconsciente y luego o robarme, o no se, cualquier cosa, después de que me dijera eso.
Soltó una de mis manos para cogerme el culo y empezó a sobarme toda la entrepierna de atrás a adelante, hasta que me excité tanto que podía notarse la humedad a través del látex.
Se metió la mano en uno de los bolsillos y sacó un pañuelo negro con el que me cubrió los ojos. Solo podía notar su gran miembro, bien duro, dentro de sus pantalones apretándolo contra mi culo de tal forma que sino hubiera habido ropa me la hubiera podido meter por cualquiera de mis agujeros.
Cuando termino de anudarme bien el pañuelo me cogió las manos por detrás y me pidió que le siguiera, que no me iba a arrepentir y lo hice, ya que de todas formas no me había dejado otra opción.
Oí el tintineo de unas llaves y una puerta que se abría, para hacerme pasar dentro.
Escuche bajar un ascensor, abrió la puerta, me hizo pasar y cerro la puerta tras de él. Me volvió a estampar, esta vez de cara a él. Y me empezó a besar efusivamente. Bajaba por cuello y besaba mis pechos por encima de la ropa, seguía por mi cintura y se terminaba entreteniendo en mi pubis.
Al ver la cremallera que recorría mis pantalones comenzó a desabrocharla con la boca e introdujo su rostro mientras yo le tocaba la cara y notaba todo su calor entre mis manos, y con ellas le empujaba para que metiera la lengua entre la carne y el tanga que llevaba.
Estaba subiendo la temperatura en aquel ascensor, notaba el calor en mis mejillas y en mis orejas, mientras notaba el pálpito de mi corazón debido a la fuerza de sus latidos, así que solo pude entreabrirlos para poder gemir.
¡Aaah...!, es lo único que podía pronunciar. Y el me cogía el culo con las manos, mientras me lamía y yo pasaba mis manos sobre su pelo.
De pronto paró el ascensor. Creí que había sido él, pero me baje el pañuelo de los ojos al cuello, y lo pude ver sonrojado por el calor y con una sonrisa perversa, que solo pude devolvérsela.
Se levantó, me cogió de la mano y me introdujo en una casa. La verdad es que la decoración fue lo que menos me importó.
Le estiré del brazo haciendo fuerza para atraerle hacia mí, y estamparle contra la pared del pasillo.
Me cogió por la cintura y nos volvimos a besar, me volvió a coger del trasero y me levantó a la altura de su cintura, me estampo contra la pared y yo me agarre a sus caderas con las piernas y le rodee el cuello con los brazos.
Movía suavemente su cadera de alante hacia atrás sucesivamente. Mmm... como me encantaba sentir su sexo, duro como una piedra. ¡Uff! Solo me apetecía tocársela, chuparla, lamerla hasta que muriera de placer y gimiera tanto que tuvieran que llamar a la policía.
Íbamos bajando poco a poco hasta el suelo y me puse encima de él. Me desabroché el corsé y deje mis pechos al descubierto. Le cogí las manos y las posé sobre ellos. Comenzó a masajearlos, a rodearlos y a pellizcarlos, y cuando acercó la cabeza empezó a lamerlos. Mmmm... que gusto sentir todo ese calor rodeándolos, se erectaron y se pusieron duros, tan duros como su miembro.
Me rodeaba entera con sus brazos sin dejarme posibilidad alguna de escapar.
Metí la mano entre nosotros, y la metí por debajo de la sudadera, empecé a tocar sus remarcados pectorales pellizcándole los pezones. Baje la mano arañándole el pecho y le desabroche el pantalón.
Introduje la mano y la note entera desde la punta hasta su base, y luego masajee su péndulo de amor que estaba todo rasuradito, como a mi me gusta. Estaba súper excitada, y estaba a punto de perder el control. Así que le empujé el pechó y quedó tumbado en el suelo, le cogí las manos y las puse encima de su cabeza. Cogí las esposas que acababa de comprar y le ate las muñecas a la pata de un mueble antiguo y pesado que había a nuestro lado, en el oscuro pasillo.
No podía parar de reírme de pensar que ahora iba a ser yo la que le iba a dominar. Me ruborizaba y a la vez me excitaba mucho. El no paraba de intentar encontrar la manera de librarse de ellas y yo le enseñe las llaves y me las metí en mi sexo.
“ahora tendrás que ser tu quien busque la solución, y tendrás que buscarla muy al fondo...”- le dije.
Comencé a desnudarlo, a desabrocharle la cremallera de la sudadera. Le quite las botas mientras le ponía el culo en la cara y el se moría de ganas de tocarlo y no pudo. “Me encanta que seas mala, pero suéltame...”- me decía. Y yo me reía “inocentemente”. Le quite la cremallera y el botón de los pantalones con la boca, y olí el dulce sabor de las primeras gotas de excitación que salía de su pene.
La lamí por encima del calzón y le daban pequeños espasmos que me daban a entender que cada vez estaba mas excitado.
Al final termine por quitarle todo de cintura para abajo. Me puse abierta de piernas encima suyo y me desabroche la cremallera de una parte a otra del pantalón de tal manera que pudo verme toda la raja y después me arranque el tanga dejándolo todo al descubierto. Me arrodille encima suyo y me puse sobre su sexo de tal manera que solo la punta quedaba dentro.
El no paraba de gemir (mmm...) y de pedirme por favor que le soltara. ¡Jajaja! Que iluso era, ¡pobrecillo!
Cogí el pañuelo que me había puesto y le vende los ojos. El no paraba de decirme que no lo hiciera que quería ver mi cuerpo erguido sobre el, aunque no pudiera tocarlo.
“Si te portas bien y eres un buen chico te lo quitare, ahora tienes que estar quietecito”.
Comencé a besarle el cuello, a darle lametones, como un animal que acababa de cazar a su presa y a darle pequeños mordisquitos. El entreabría los labios y emitía gemiditos que me excitaban muchísimo. Seguía teniendo la cara calentísima y las mejillas muy enrojecidas del calor.
Baje hasta sus pies y comencé a lamerle la planta haciéndole cosquillas y después jugué con su dedo gordo del pie metiéndomelo en la boca y jugando con el con mi lengua. Lo metía y lo sacaba como si fuera su miembro y el no dejaba de gemir.
Seguí recorriéndole las piernas con la lengua y empecé a lamer sus genitales, primero los testículos y luego el pene, de abajo arriba y al revés, así continué durante un rato. Luego le abrí las piernas para poder bajar por su rajita de canela y lamer su ano mientras me rodeaba con sus piernas para que no parara.
Lo rodee, lo lamí y lo saboree hasta que estuvo relajado para poder introducirle la lengua.
Estuvo a punto de estrangularme de la fuerza que hacia con las piernas. Que placer me daba sentir toda su fuerza sobre mí.
Volví a subir a su miembro y me lo metí entero en la boca. Mientras tanto con la otra mano le acariciaba el ano para relajarlo e introducirle el índice poco a poco. El no paraba de gemir y a mi no paraba de salirme mi excitado líquido, estaba muy excitada. En uno de aquellos me chillo “¡No sigas, no sigas por favor... voy a reventar!”.
Y efectivamente, como me dijo, se corrió en mi boca, hasta la ultima gota. Seguí chupándosela para que quedara bien limpita.
Luego, cuando me levante lo vi tumbado sin fuerza, sin poder moverse,...
Puse mi pecho en su boca y empezó a chuparlo, mmm... me daba un mucho placer. Después le ofrecí mi vientre y lo recorrió con su excitada lengua hasta terminar en mi sexo. Empezó a lamerlo como un perro muerto de sed e introdujo la lengua en mi agujero todo lo que su lengua le permitía. Solo podía gemir de placer. ¡Ufff!
Solo notaba calor subiendo desde mi clítoris y extendiéndose por todo mi cuerpo.
“¡Lo haces muy bien pequeño..., aaah!”- le dije mientras sacó las pequeñas llaves de mi sexo y las mantenía entre sus dientes para que le liberara.
Cuando le solté las manos le pedí que continuara un poco mas que me había gustado mucho. Me cogió las nalgas con las dos manos y me acercó al máximo el seso contra su lengua. ¡Que rico! Lo miraba, y tenía los ojos cerrados disfrutando del dulce líquido, y no tenia más remedio que cerrarlos yo del placer.
Me hizo tumbarme en el suelo, me puso bocabajo y a cuatro patas y las manos en la espalda. Comenzó a lamerme el coño por detrás, y me metió la lengua, continuó lamiéndome el ano. Me tenía con la cara apoyada en el suelo, y lamiéndome por detrás de arriba a abajo, ¡Madre mía! No paraba de chorrearme.
Me soltó las manos y me cogió de la cadera para levantarme y llevarme a la cama.
Me tumbó boca arriba e hizo el mismo camino que le había hecho yo.
Recorrió mis piernas y termino, otra vez en mi sexo, lamiéndome el clítoris, la rajita y el ano. Mientras volvía a lamerme el clítoris me introdujo dos dedos en la vagina y otro por el agujero trasero. ¡Ah, ah, aaaaaah!, solo podía gritar, gemir y morirme de placer.
Volvió a recorrerme el vientre con la lengua mientras seguía metiéndome y sacándome los dedos y se entretuvo lamiéndome los pechos y dándoles mordisquitos. Así estuvo durante un buen rato mientras, me acariciaba todo el cuerpo. Le masajeaba la cabeza entrelazando mis dedos en su pelo y le apretaba la cabeza contra mi pecho. Seguía gimiendo y no podía parar.
Saco la mano de dentro de mi, toda mojada, y me quito los pantalones.
Me agarro, me acaricio, me sobo, y me recorrió con sus manos y con su pene erecto hasta ponerse encima mío. Lo tenia tan duro que no le costo nada encontrar el camino. En cuanto volvió a notar que la punta estaba en la boca del lobo... ¡TOMAAA! Me la metió entera, hasta el fondo, la saco y la volvió a meter hasta el fondo, toda enterita, y yo retozándome de placer.
Parecía una anguila, o eso era lo que me dijo el. Y siguió metiéndomela con el énfasis de un animal. Se puso de rodillas y me cogió de la cadera para subirla a la altura de su miembro, y otra vez toda dentro, rápido, fuerte, sutil...
Estaba acalorada, sentía que si no terminaba iba a desmayarme del calor. Entonces fue reduciendo su fuerza y su furia, pero ahora era yo la que no quería que parara, y lo hizo el. ¡Me paro, que fuerte! En cuanto vio mi cara de decepción me dijo: “No creías que iba a acabar así ¿verdad?”.
Entonces me dio la vuelta y me puso a cuatro patas, otra vez. Se la cogió y empezó a buscar mi ano, ya dilatado de su anterior actuación, y comenzó a metérmela poco a poco para no hacerme daño.
Cuando la tuve toda dentro, empezó a meterla y a sacarla, primero despacio pero fue acelerando el ritmo y la fuerza como antes.
El coño no paraba de babearme. Mientras el me la metía y se sujetaba en mis caderas, yo me seguía acariciando el clítoris. Fui a levantarme para poder cogerle por el culo para que me la metiera con mas fuerza pero no me dejo. Conforme me levantaba una de sus manos la apoyo en mi espalda y la otra siguió a mi mano para acompañarme mientras me acariciaba.
Luego, bajo un poco mas y me introdujo los dedos en la vagina y así tapo todos mis agujero haciéndome chillar de placer. La mano que tenia en mi espalda, conforme se tumbaba encima de mi, la puso rodeándome el cuello para tenerme bien sujeta. Me acerco la cara y mientras me mordisqueaba el lóbulo me pregunto “¿Adonde ibas? Ahora eres mía así que quietecita”.
Y cada vez me agarraba con más fuerza. Como me gustaba saber quien quería tener el control, me encantaba que me dominara, que fuera mi dueño y yo su sierva.
¡Ufff! Estaba a punto de llegar al orgasmo. “¿Te gusta?” me pregustaba, y yo solo podía gemir. Entonces note un cosquilleo bajando desde la nuca por la espalda, haciéndome sudar mas y mas. El escalofrió bajo a mi trasero y terso mi vello haciéndome notar mas el golpe de sus huevos contra mi culo y le pedí: “relléname de crema, por favor, seré tu sierva, tu esclava, lo que tu quieras pero lléname de ti...”. Y entonces el cosquilleo fue hasta mi clítoris haciéndome estallar, en calor en placer y en un gemido impresionante que me dejo sin fuerzas, y el continuo metiéndomela dos veces mas y lo oí gemir igual que yo había hecho antes, quedándonos los dos sin fuerza y el encima mió y con su miembro dentro de mi.
Cuando nos recuperamos, nos besamos con pasión y nos sobamos hasta quedar adormilados. Cuando note que se había dormido, me levante, me di una ducha, me vestí y me fui.
Supongo que le sentó mal que no le dejara ninguna forma de contactar conmigo, pero así era mejor, porque seguro que nos volveríamos a encontrar...

FAG.

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