El sol del amanecer



Esta mañana yendo a trabajar he visto el amanecer, rodeándome mientras recorría mi camino por la autovía, por ese sol anaranjado que surge desde el horizonte y que al mirarlo pierdes la visión durante unos segundos.

La verdad es que no he dormido mucho, igual 5 o 6 horas, pero no sé, esta mañana era diferente, había conseguido dormir toda lo noche seguida, sin una tos, sin un desvelo permanente, era una de esas mañanas en las, ni te sientes mejor ni peor, simplemente me sentía diferente.

Y conforme cogía el coche y me ponía una música bastante rockera y a todo volumen, “Metallica”, hacia cuanto tiempo que no me ponía ese CD, la verdad es que bastante, supongo que porque me recuerda demasiadas cosas que echo en falta, momentos de mi vida en los que me sentía realmente llena contigo y que ahora no tengo, y los hecho mucho en falta, aunque hubiera sido algo malo lo que vino después. La verdad es que no me habría importado volver hacia atrás recogiendo todas las hojas del camino, y proponerte que lo recorriéramos juntos, aunque solo fuera una vez mas...

Una vez más en la que disfrutáramos de la noche como es debido y solo tú y yo sabemos, comenzar con una cena muy ligera (vamos no cenar más que mariconadas de picoteos), y sobre todo ligera de ropa, jajaja, bueno aunque supongo que eso ya estaba supuesto. Todo esto a la luz de un par de velas colocadas por ahí, en otro mueble del comedor, donde solo se viera lo justo y lo necesario.

Una gran conversación de rememoración del pasado, sería el tema principal de esa cena, muchas risas (de esas de verdad, que salen desde dentro del diafragma, como cuando los cantantes pronuncian su melodía favorita), y miradas penetrantes del uno hacia el otro, sin perder de vista ningún detalle, ningún movimiento, y añadiendo a esa felicidad, una botella de un vino suave pero que nos daba el color en las mejillas, y el postre...

“¿Que te gustaría de postre?”, eso es todo lo que se te ocurre preguntarme después de no haberme dado nada de cenar y haberme emborrachado de vino y de felicidad por dentro, que cruel eres... y que te iba a contestar sino, el instinto manda en estas situaciones tan inconcretas, así que la contestación a tu pregunta no es otra que “¿tienes nata y champagne?”.

¡Qué casualidad! Tenias de las dos, y me vas a decir que no lo tenias pensado, como siempre, adelantándote a todos mis movimientos, eso me gusta. Vas corriendo a por el “postre”, me hace gracia verte surgir, tan elegantemente, con la pulcritud e impecabilidad de un vampiro para sorber la última gota de sangre del cuello de su víctima, de detrás de la puerta de la nevera y cerrándola con un golpe sutil de talón. Llevas las dos copas heladas en una mano, la botella de champagne en la otra, y el bote de nata bajo el brazo de las copas y lo dejas todo encima de la mesa, con delicadeza por supuesto.

Y lo primero es lo primero, así que te dedicas a abrir la botella de rico brebaje dorado, dándole vueltas al enroscado hierrecito que lleva, y cuando consigues descorcharla, el tapón vuela por la habitación dando fuertes y secos golpes a un montón de muebles hasta que al final termina en el suelo, rodando y el dorado brebaje comienza a salir de la botella en forma de blanca espuma, corriendo te decides a rellenar las copas antes de que se salga todo el liquido del envase sin nuestro permiso, y al terminar te das cuenta de que no hago más que intentar ocultar una sonrisa picara detrás de mi mano.

“¿De qué te ríes?”, y señalo tu camisa, que esta toda empapada de espuma de nuestro postre. Así que me levanto, y cojo una de las dos copas, y me bebo el champagne de un trago (como en las mejores películas), y luego cojo tu copa mientras me acerco a ti y hago que te sientes en la silla dónde estabas cenando, bebo un pequeño sorbo y te beso en tus cálidos labios carnosos, abriendo la boca para poder pasarte el liquido que he guardado en mi boca para ti, y cuando noto que el burbujeante liquido pasa a través de tu garganta comienzo a introducir mi lengua en tu oscura boca llena de perversiones e indecencias, y aprovechando tu distracción me siento encima de tus piernas y comienzo a desabrocharte la camisa, de arriba abajo, botón a botón, mientras no paro de besarte en los labios. Y cuando termino me separo de ti y te miro fijamente a los ojos, cojo otra vez tú copa de encima de la mesa y le doy otro trago pequeño. Después de deslizar el liquido por mi garganta, empieza a subirme por todo el cuerpo el calor tibio del alcohol y empiezan a sonrojárseme las mejillas, igual que a ti. Sonreímos y esta vez decido coger el bote de nata de la mesa y empiezo a agitarlo hacia arriba y hacia abajo con fuerza, y cuando creo que está listo, te cojo por detrás del cuello, recojo tu melena y ladeo un poco tu cabeza, y te pongo la nata montada sobre el cuello y comienzo a lamerla poco a poco. Cuando termino mi ración de postre, te miro y estas con los ojos cerrados, con cara de placer y sueltas un pequeño gemidito que me hace ponerme más caliente de lo que estaba con el alcohol...

Cuando abres los ojos decides hacerme lo mismo, pero con el champagne sobre mis pechos. ¡Vaya! resulta que aun estoy vestida con ese corsé azul aterciopelado y negro; comienzas a besarme el cuello mientras me desabrochas el corsé por detrás quitándome las cintas y después aflojándolo y me lo terminas de quitar.

Coges la botella y comienzas a derramar champagne por mi pecho poco a poco y besas mis pezones, que se erectan solo con notar el contacto con tus labios y comienzas a beber del ferviente liquido que cae por mi pecho para terminar en tu boca a través de mis pezones.

Cuando paras de hacer esto, no paran de venirme imágenes a la cabeza sobre todo lo que me esperara esa noche, por haber tentado al Diablo, y cierro los ojos para disfrutar de cada una de esas imágenes, mientras enredo mis dedos con tu pelo y acerco tu cabeza, hacia mis pecho para que sigas disfrutando del licor de la vida.

Comienzas a acariciarme el vientre, pasando la mano por el costado y siguiendo por la espalda, para sujetarme y que no tuviera escapatoria. Que placer, que devoción y que sumisión la mía por no poder hacer nada más que cumplir tus deseos.

Me propones ir hacia el baño, y yo me niego en rotundo, porque aun no había terminado contigo, tú te habías bebido casi media botella de champagne disfrutando, era injusto que yo no lo hiciera, ¿no te parece? Así que me levanté de encima de tus piernas y te comience a besar el pecho y sigo bajando y bajando hasta desabrocharte los pantalones y notar tu excitación dura y erecta, y besarla por encima de esos bóxers tan apretados que no la dejan respirar, eres cruel con lo femenino, incluso con ella, así que decido liberarla. No sé como lo he podido hacer pero te e arrancado los bóxers de un tirón (¿has visto?, tienes a toda una fiera alocada delante de ti), así que sigo con mi dulce festín y pongo un poco de nata en la punta, y comienzo a retirarla poco a poco con una lengua muy juguetona, que esa noche solo tenía ganas de ti. Y cuando termino, cojo la botella de champagne y le doy un trago, y con el liquido en la boca aun, empiezo a metérmela poco a poco en la boca, hasta muy dentro, y las pequeñas burbujas la recorren toda haciéndote sentir un cosquilleo irremediablemente placentero. Sonríes, abres la boca, la cierras, gimes, no sabes exactamente qué sensación te recorre desde tu entre pierna hasta la zona más erógena de tu cerebro. ¿Creías que solo iba a ser una y no más?, que ingenuo, seguí así hasta que me acabe la botella que habías dejado a medias, y cuando termino de tragarme el ultimo culo de la botella, empiezas a notar que el calor sube más de lo normal y me coges por la nuca para marcarme el ritmo, y cuando pronuncias eso de “Sigue..., sigue..., por favor..., ¡no pares, por favor!”, comienza el desenfreno, el ritmo acelerado entre tus piernas y mi boca; siento los rápidos latidos de tu corazón cada vez que la introduzco..., el calor, mas y mas calor, hasta que al final terminas derramando todo tu placer dentro de mi boca, y puedo saborearlo al fin, un amargo placer que termina en un paño de papel que me ofreces para limpiarme. Y después voy al baño para poder enjuagarme y lavarme la boca.

Mientras estoy terminando, siento como te acercas por detrás completamente desnudo y me coges de las caderas, mientras me acercas a tu miembro, todavía erecto, y cuando levanto la cabeza para mirarte a través del espejo tus calientes manos suben a lo largo de mi cintura para terminar cogiéndome los pechos, y acariciándolos, mientras sigues su pequeña forma redondeada. Me reclino hacia atrás como al respaldo de una cómoda silla de despacho, para sentir todo el calor de tu cuerpo, por el agua que la había recorrido segundos antes, y ladeas mi cabeza para descubrir mi blanco cuello y te lanzas hacia él como un perro rabioso que ataca a su presa, mientras vas desatando las cintas de la falda también aterciopelada de color azul y negro que me había puesto para ti, y descubres el tanga de encaje negro, que te sugiere tantas cosas para hacerme, aunque lo piensas bien y descubre que no te sirve para nada, así que decides ser tan bruto como yo, y me lo arrancas de un tirón. Que placer, que calor que excitación recorre mi cuerpo, así que mientras disfruto poco a poco de tus húmedos besos, enciendes el jacuzzi con el agua bien caliente, esa en el que sale el humillo del vapor del agua, aunque no sé quien estaría más caliente el agua o nosotros.

Con un encanto especial, como solo tú sabes hacerlo, me alzas en tus brazos, mientras no paramos de besarnos ferozmente, con suaves mordiscos, y nos metes en el agua a los dos. Empapándonos enteros con el agua caliente que salía del grifo alzado de la pared. No noto la diferencia del calor entre el agua y nosotros, ¿30 o 40 grados?, estoy a punto de reventar de placer. Me sitúo detrás de ti, y comienzo a hacerte un suave masaje de contacto, primero el tríceps y bajando poco a poco hasta notarte relajado, (¿mas todavía? Jeje). Y tu manera de agradecérmelo es dándote la vuelta y cogiéndome las manos me tumbas en el lado más largo del jacuzzi y te pones encima de mí, moviéndote hacia arriba y abajo, y dejando que mis piernas fueran poco a poco abriéndose para enroscarse sobre tu espalda, y le dejaran sitio a tu inherente miembro, para que recorriera todo el camino interno de entre mis piernas; y cuando al final encuentra su cálido lugar en el comienzo de los placeres corporales, y continúan con su movimiento incisivo, durante un buen rato, empieza otra vez ese calor corporal que baja desde la cabeza hasta el excitado sexo, y desata una oleada de placer que me hacer dejar la mente en blanco y no poder pensar en nada más que en el movimiento de las oleadas del mar huracanado que hay alrededor nuestro a causa del fuerte movimiento de tus caderas. Un fuerte orgasmo recorre todo mi cuerpo, mas y mas calor, la mente en blanco y una sustancia muy líquida y caliente sale de mi sexo, aun con el agua lo has notado, ¿te das cuenta de cómo estoy? No puedo revelarme ante ti, me ganas. Me sueltas las manos para que pueda cogerte los cachetes del culo, y te pida, mientras los cojo fuertemente, que la metas hasta el fondo para que la pueda sentir toda mientras continua mi estado de Nirvana.

Que malo era acabar ese baño nocturno, ahora estaba con el druida del agua, que estaba haciendo que toda ella fuera una fuente interminable de placeres, sensación y excitación, y podía sentirme como una hermosa sirena, frente al fuerte Poseidón.

Pero salimos de allí. Aquello parecía el programa de Lluvia de estrellas con tanto vapor de agua por todas partes, pero conseguimos salir. Con un par de toallas, yo enrollada desde encima de los pechos y tu por la cintura, mostrando tu pectorales marcados por tantas horas de ejercicio, y mojados por acabar de salir de un lugar tan húmedo, tanto el mío como tuyo.

Me coges de la mano, mientras me sujeto con la otra la toalla, y me llevas por un pequeño pasillo que conduce desde la entrada-garaje de la casa, hasta la parte de arriba. Ahora habías hecho del desván tu habitación. Y a habías puesto un armario, una mesa con una mini cadena que la conectaste y empezó a sonar una música electrónica-tribal (como la de Juno Reactor) que comienza a hacerme entender que estaba en una selva y con una fiera acechándome muy cerca de mí, y una cama de matrimonio, de 2x2. ¡Qué bien te lo montas, cuando te interesa! Y me llevas de la mano hasta la cama, y me sitúas entre el borde de la cama y tu, nunca me dejas escapatoria para poder decirte que no (y lo que me gusta...) pero resulta que la fiera de la selva de tu habitación no eras tú sino yo, así que todos los elementos que le daban calor a mi cuerpo (el vino, el champagne, el baño y por supuesto el más importante, tu), hacen que esta vez sea yo la que valla hacia a ti y te gire de tal forma que te quedas en la misma que posición que estaba yo antes, y por supuesto aprovecho para empujarte, para que caigas encima de la cama, y comienzo a trepar por ti, con un recorrido de besos y una lengua muy húmeda y caliente, desde las rodillas pasando por tu miembro, pecho, cuello, por detrás de las orejas y por estas también, para terminar besando tus suculentos labios, que no puedo parar de besar, y al mismo tiempo cojo tus muñecas con mis manos y las pongo en el cabezal de la cama para inmovilizarte (ya ves, ni que fueras a dejar que te dominara), y comienzo a besarte por cualquier lugar que pueda hacerlo y que me dejes, mientras, como estoy arrodillada encima de ti, me pongo a la altura de tu sexo para que encuentre el camino él solo, aunque parece que ya se lo sabe bastante bien, porque entra a la primera. Y conforme lo siento, me voy excitando más y más. Sube el calor de nuevo, y también el de tu cuerpo, y seguimos haciendo el amor, pegados el uno al otro, y comienzo a levantarme de cintura para arriba, para notarla cada vez más dentro, sin soltarte las muñecas, ahora soy yo la que quiere sentir como te domina. Intentas escapar de mi control, cada vez te cojo más fuerte de las muñecas, me absorbe esta sensación. Y cierro los ojos, para sentir todo el terremoto de movimientos que hay entre las dos pieles. Hasta el punto que pierdo la fuerza y consigues que te suelte porque decido posar mis manos sobre mis pechos y empiezo a acariciarlos. Y aprovechas para cogerme por la cintura y meterme todo tu calor hasta lo más profundo que te estuviera permitido.

El sudor empieza a recorrernos, las gotas de mi pelo todavía caen a través de mi espalda, llegando hasta el origen del oscuro placer que ahora gobernaba entre tú y yo. Y te reincorporas, en una postura sentada delante de mí, y me coges con un brazo por la cintura y con la otra del culo, y al bajar la mirada hacia ti comienzas a besarme caliente y excitado, y luego bajas hasta mis pechos para besarlos también. Terminas abriendo las piernas para tumbarme en la cama, y ponerme de costado, para situarte, luego, detrás de mí mientras acaricias mi pierna, y la alzas poco a poco hacia arriba para poder introducirme tu excitación por detrás. Pasas un brazo por debajo de mi cuello, y el otro por debajo de mi brazo para, pasarlo por mis pechos y sujetarme por el cuello. Intentaba resistirme, me estabas volviendo a dominar y yo no quería, así que con cualquier movimiento que hacía para intentar escapar de tu control, tu lo devolvías apretando un poco, y cada vez más la mano que tenias en mi cuello, y en la otra que había vuelto a conseguir cogerme las manos.

Tenias mi control, mi cuerpo y mi excitación en tus manos, y susurrándome al oído “Pórtate bien,... o el Diablo te castigara” (menos mal que no soy católica, sino habría hecho pecado mortal. De todas formas y aunque hubieses sido la mismísima Iglesia habría hecho lo posible por purgar mis pecados en tu lengua). Y conforme iba dejando de hacer fuerza de escape, porque sabía que no lo iba a conseguir, ibas aflojando un poco mis manos y mi cuello. Los cuerpos parecían uno, contoneándose como las llamas del infierno en plena inflamación. Calor, calor, todo era calor, sudor, caricias, besos, labios, roce, pasión, amor, excitación, los ojos cerrados, luego abiertos, la pérdida total del control, fuerza, resistencia, sumisión, entrar, salir, bajar, subir, todo el espacio y tiempo no existía, solo una música envolvente que recorría todos los pensamientos y las sensaciones que nuestras perversas mentes anidaban. Y volvió ese cosquilleo, que bajaba por mi espalda lentamente hasta mi trasero, para dar el toque final y entre esbozo y esbozo de imágenes de placer que nublaban mi mente, te advertía “estoy a punto de estallar, de derretirme, estoy a punto de correrme...” y me decías “solo un poco más, espera un poco más,...”. ¡Qué tortura la mía!, a punto de morir de placer y tú me decías que esperara, que crueldad... y cuando creía que no podía aguantar más, oí tu súbito gemido final, y note como te corrías dentro de mí, y cuando note como el chorro de virilidad ejercía su presión dentro de mi sexo, vino a mi... el estado de Nirvana vino a mi otra vez, apenas podía notar lo fuerte que me agarrabas, mis ojos se ponían en blanco, y mi mente hacia lo mismo, se me acababa la fuerza para poder seguir moviéndome, me abrazabas fuerte, y yo solo notaba espasmos involuntarios de las partes de mi cuerpo, y calambres que iban desde el clítoris hasta las puntas de los dedos de mis pies. También notaba tu cuerpo, meneándose como un flan, y teniendo algún que otro espasmo en las piernas. Y cuando conseguimos recuperarnos, más o menos, fuiste aflojando tu fuerza sobre mí y yo me daba la vuelta para empezar a besarte otra vez, pasionalmente, y dándote las gracias por haberme hecho sentir todo aquello esa noche, y repitiéndote miles de veces lo que te quería. Tu sonreías, y me respondías con mas besos, y abrazándome para notarnos cerca el uno del otro, refugiándonos del frió de la noche, y justo cuando estaba empezando a amanecer, desde tu ventana dirigida al mar se podía ver ese sol anaranjado que surge desde el horizonte y que al mirarlo pierdes la visión durante unos segundos, y tapándonos con la sabana que cubría la cama, nos quedamos dormidos mientras yo me refugiaba en un abrazo sobre tu pecho.

Supongo que por eso me he acordado tanto de ti esta mañana, por un sol que me ha hecho imaginarme tantas veces que lo disfrutaba despertándome junto a ti.

Muchos besos para que los repartas por donde yo no puedo hacerlo (de momento,...)

Comentarios

GordoN ha dicho que…
Como a la chica del relato... Esto hace que vengan muuuuuuuchas cosas a mi cabeza ;P
Gordon ha dicho que…
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