La habitacion del placer


Disfrutaba comiéndotela. Disfrutaba cuando la lamía poco a poco, primero la punta, y luego el resto, y me la metía dentro de la boca, hasta que me tocaba la campanilla y tu empujas mi cabeza contra ella para que siguiera “tu ritmo” y tirabas la cabeza hacia atrás poniendo los ojos en blanco y gimiendo del placer…

Disfrutaba mientras imaginaba como seria el polvo que echaríamos a continuación. Imaginaba por donde me la meterías esta vez, que agujero te apetecería tapar hoy.

Me desconcentro. Hay mucho ruido en la habitación es lo que tiene que hagan obras debajo de tu casa.

¡TOC, TOC, TOC…! Cada vez mas fuerte, se repite el continuo martilleo de las maquinas y mi corazón al unísono.

Intento concentrarme en la música de fondo, no es fácil con el martilleo continuo y el ruido de cristales rompiéndose bajo nuestros pies. Pero yo sigo. Me encanta ver que no perdemos el ritmo, arriba y abajo, dentro y fuera, ahora la absorbo con mucha fuerza y luego la dejo escapar.

Paso mi lengua por tu capullo, dando vueltas y espirales alrededor suyo y terminas mordiéndote el labio mientras me miras desde allí arriba.

Siempre te ha gustado, yo lo sé, tu sentado y yo arrodillada entre tus piernas para que pudieras cogerme la cabeza por la nuca y enredar tus grandes y largos dedos entre mis cabellos para cerrar el puño, cogiéndolo, y poder seguir marcándome el ritmo. Solo te gustaba soltarme cuando estabas a punto de correrte en mi boca y derramar el suave, cremoso y amargo líquido que emanaba desde el centro de tus grandes “péndulos de amor”.

¿Y porque digo amor cuando solo era sexo? Lo que había entre nosotros dos en ese momento. Habría deseado que ese momento durara para siempre. Tú disfrutando y yo haciéndote disfrutar. Me encanta mirar hacia arriba desde mi posición. Te veo mordiéndote el labio, jadeante, con los labios húmedos por el deseo que corre en la saliva que los cubre. Desde tu posición seguro que ves como me la intento meter en la boca, y no puedo y por eso sonríes picarescamente y me hundes la cabeza entre tus piernas, para conseguir “ahogarme”. Y una arcada surge desde el estómago para dar la alarma de que una cosa tan gorda no me va a caber por el principal conducto digestivo. Y cierro los ojos para superar esta sensación, pero sigo abriéndolos para mirar hacia arriba y verte por encima de la montura de mis gafas, porque se que te encanta ver como me hago la sumisa ante ti, aunque sepas que eres tu el único que esta sometido a mis virtudes, y me encanta.

Después de unos 20 minutos de darte placer por uno de mis húmedos agujeros, decides cogerme del mentón y empujarlo suavemente hacia arriba. Entiendo que con ese gesto quieres que te mire, y lo hago como “buena esclava” que soy.

“Ven aquí…” me dices.

Sorprendida, aunque complacida, sigo obedeciéndote. Te tumbas en la cama y arrodillada encima de ti me coges las nalgas, una con cada mano, para acercarte mi sexo a la boca, y empiezas a pasar tu lengua, caliente como el fuego, por todo él.

Siento como tus labios cubren los míos. Me encantan tus labios carnosos y la boca tan grande que tienes, aunque solo sea para estas cosas tan placenteras… sigues haciéndome una redada y un análisis general de la entrepierna y comienzas a meterme la lengua en el gran agujero. No se que esta mas caliente lo tuyo o lo mío y ahora te dedicas a alternar entre los dos dedos índice y corazón o tu lengua. Y cuando metes los dedos los mueves dentro de la cavidad, y te dedicas a absorberme el clítoris como una gran bolita de helado derritiéndose y cayendo sus gotas alrededor del cucurucho.

Me encanta como lo haces. Bueno tú siempre has sabido como hacerme llegar al orgasmo, dependía de lo que te apeteciera aquella noche, y de si querías terminar antes o no.

Poco a poco mi coño se sumergía en una oleada de calor con tu boca, sugiriéndole perversiones, y un sinfín de escalofríos seguía recorriendo mi espalda. Cerraba los ojos y tiraba mi cabeza hacia atrás mientras tocaba mis pechos para masajearlos.

Me encantaba notar tu lengua moviéndose en círculos alrededor del millón de terminaciones nerviosas encajadas entre mis piernas, y como poco a poco y cada vez con más fuerza me coges las nalgas con las manos y las vas abriendo para separarlas y rozarme con tus largos dedos el recto. Solo aquel pequeño roce bastaba para estallar, para que una explosión surgiera de mi coño y tú la lamieras toda.

Pero te gustaba hacerme sufrir, ¿para algo era tu esclava no? Así que paras y me haces bajar la cadera. Estoy muy húmeda y muy cachonda, todo por tu culpa. Y como un animal salvaje solo pienso en meterme, lo primero que encuentre, por el primer agujero que encuentre.

Este parón me ha vuelto a desconcentrar mientras bajo por tu cuerpo y te como los morros.

¡TOC, TOC, TOC,…! Un martilleo incesante continua bajo nosotros y un tipo mitad obrero mitad pastor se dedica a chillarle a otro, desde la otra punta, que deje de picar la pared. Y se hace el silencio, con un pequeño colchón auditivo producido por la música de la mini cadena de la habitación.

Noto como la punta de tu pene está rozando la humedad de mi entrepierna. Se desplaza de arriba abajo rozándome los labios mas íntimos del cuerpo y de pronto ¡BLUP! Tu puntita consigue encontrar su objetivo y meterse dentro para estar calentita.

Me la metes entera, hasta el fondo. Haces toda la fuerza que te es posible, cogiéndome de las caderas para sujetarme mientras apoyas los pies en el borde de la cama y empujas mas hacia adentro.

Me apoyo en tus pectorales, me estremezco y los aprieto, solo puedo cerrar los ojos y gemir, otra vez. La acabas de sacar entera y metérmela otra vez hasta el fondo, y vuelvo a gemir y a estremecerme sin remedio. Lo necesitaba. Necesitaba que alguien me llenara (no de semen si no de cariño y afecto), sabes que no eres nada especial para mi y sin embargo te ofreces para entrar en mi juego, por eso me encantas.

Seguimos haciéndolo, como fieras salvajes y me pides que me relaje… no puedo.

El sudor perla tu frente y la mía. Noto como una gota enorme me recorre la espalda desde el cuello y se hunde entre mis nalgas, para seguir humedeciendo lo que ya no hace falta.

Te brilla el pecho por el sudor que resplandece en tu piel, noto como resbalan tu cuerpo y el mío porque todo esta humedecido por el vapor de agua que desprendemos desde los dilatados poros de nuestra piel.

Lo deseo, deseo que esto pase porque me excita la idea.

Ahora me coges las nalgas con fuerza y como consecuencia se separan, provocando que el pelo de tus testículos roce mi agujero negro, y eso me provoca más todavía. Es tan difícil resistirse a eso…

Y poco a poco un cosquilleo recorre mi columna vertebral descendentemente, se abre en mis nalgas y pasa a través de mis piernas para concentrarse en el punto G de algún punto de mi cuello uterino, y del clítoris, al que solo le falta un pequeño roce y…

Al pedirte, entre gemidos, que no pares, me la vuelves a meter hasta el fondo, cosa que para variar me somete a pensar en nada, y llegar a mi punto mas álgido de excitación, un excitante orgasmo recorre todo el vello de mi cuerpo erectándolo sin remedio alguno mientras tu continuas metiéndomela profundamente.

E descendido inevitablemente mi ritmo, apenas puedo moverme y tú sigues empujando. No puedo, más que dejarme llevar mientras aprieto tus pectorales para sostenerme y no caerme hacia algún lado por la perdida del sentido del equilibrio.

Mi sexo empieza a contraerse y como buena acción su consecuencia es que tu empieces a moverte mas rápido ya que notas enteramente como entra y sale tu gran capullo.

No puedo moverme, solo puedo sentir placer y cada vez me agarro a ti con más fuerza, y te mueves cada vez más rápido, gemimos, sudamos,… y explotas. Te corres dentro de mi seguido por un fuerte gemido que termina por obligarte a cerrar los ojos, cogerme con fuerza las nalgas y hacer toda la fuerza posible hacia dentro de mi para que yo pueda notar la presión de tu chorro de placer.

Paramos poco a poco, bueno mejor dicho, ahora eres tu el que esta descendiendo el ritmo ya que yo todavía no puedo moverme porque estoy toda acalambrada y me dan espasmos por todo el cuerpo que van desde el clítoris a las extremidades.

Me quedo tumbada encima de ti. Me abrazas, me besas el cuello y me muerdes la oreja. Sonrío picarescamente porque me encanta y de mis ojos salen 2 pequeñas lagrimas de la alegría, el placer y el gozo que siento en este momento.

Sorprendido por las gotas de agua dulce que salen de mis ojos me tumbas a tu lado y me besas la mejilla.

Eres tan tierno con tan poco.

Me hundo entre tu pelo, me encanta olerlo. Y termino apoyando la cabeza en tu pecho para oír tu, aun, agitado corazón.

Me acaricias el pelo mientras coges de la mesita de noche un cigarro y te lo enciendes. Te pido uno, me incorporo y me lo voy fumando en tu compañía.

Esto es la gloria, quiero detener el tiempo.

Cuando te terminas el cigarro lo apagas en el cenicero de la mesita, entras en el baño y te pegas una ducha mientras yo, incorporada en la cama, me absorto en mis pensamientos.

Sales, te vistes y me das un beso en la frente. Coges tus cosas, “Te llamare…” me dices antes de cerrar la puerta de la habitación de hotel detrás de ti.

Eso espero…

Y me quedo fumándome el cigarro.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno el relato y muy bien contado. En mi opinión el mejor de todos.

Un beso.

P.D: No pongo mi nombre porque ya sabes quien soy. Ya sabes, el armario y eso... je, je...
Anónimo ha dicho que…
Deliciosamente bello.
Darius Growler ha dicho que…
que blog mas caliente
NiNo_OhOnEy ha dicho que…
Bueno eso era mi primera pretension espero que sigais opinando, por cierto muy acertado el ultimo comentario, Gracias.

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